TRADUCCIÓN DE JOSÉ-MARIA DE HEREDIA
EL TEPIDARIO
La mirra ha perfumado sus miembros indolentes,
Y sueñan en la plácida tibieza decembrina;
y el brasero de bronce que la estancia ilumina
arroja luz y sombras a sus pálidas frentes.
En púrpuras y cojines sobre lechos lucientes,
un cuerpo a veces, róseo, o de piel ambarina.
Se mueve, se Incorpora en un codo, o se inclina.
Voluptuosa la túnica marca formas turgentes.
Sintiendo por su carne correr efluvio cálido,
una mujer de Asia, de bello rostro pálido,
despereza los brazos en fastidio sereno.
Y las hijas de Ausonia, rebaño de alegría,
se embriagan con la rica y salvaje armonía
de cabellos que ruedan sobre un torso moreno.
Ismael Enrique Arciniegas