V

Desde la presencia exacta de las cosas
tu nombre tiene sabor a Dios.
Eres mi cántaro marchito en la arena,
un raro segundo del deseo.
Desde que se ataron tus manos con mi cuerpo,
torrenciales destellos humedecieron mis labios, mi boca y mi eco.

Desde el infinito dulce de tus pasos
me sentí primavera en tu vuelo loco,
me besaste el cuerpo con aromas tuyos
para encresparme en la nostalgia de la vida entera.

Desde la presencia exacta de tu boca
descubrí que mi horizonte lejano era el portal de tu boca.
Te hiciste un semidiós con su misterio
y la paloma de mi cuerpo se disfrazo de palabras, de cosas, de locuras;
ahora aquí, cabalgo tu recuerdo, tu evangelio
para saberme el salmo que me lleve a tu cuerpo.

Todo tiene sabor a dios, a ti y a mí;
dos seres planetoicos, dos seres de luz
en la última penumbra, dos versículos de una ley
de olvido, de deseo rotos en la alfombra del alma
y en la cantera mágica del evangelio
ruego que me cojas, que me  lleves al portal constate de tu ser.
Soy el artículo preconcebido de tu vida y tu misterio
legendario peregrino de tu muerte.

Desde la presencia exacta de las cosas
nos divisamos desnudos a la suerte.
Somos dos algas sin rumbo anochecido
sobre el pozo azul de tu costado
he besado la hoja de tu alma con mi vida
y ahora todo tiene sabor a tu misterio...