ABRAXAS
¿Cómo se puede arder, cuando la llama
sabiendo que nació para ser fuego,
no consigue ni el leño, ni la fragua
que le dé la noción de su elemento?
¿Cómo segar efecto, sin la causa?
¿Cómo adorar un dios, sin monumento?
¿Cómo ser imparcial cuando se ama
y aquello que se ama, es un reflejo?
Cuando agravia su rastro la pisada
y el gusano reniega de los muertos,
cuando renuncia el héroe a su mesnada
y el pensador desprecia el intelecto...
Cuando la flor se hastía de sus galas,
porque el sarro la invade desde el cierzo ,
cuando el hombre no es hombre, porque el arca
se ha roto y sin alianza vuelve al légamo...
¿Cómo ser bueno y puro sin que Abraxas
exija su porción de lo malevo,
esa perversidad que nos reclama,
como ofrenda del mal, que lo hace pleno?
El humano, transita sin adarga
por un mundo que impone un sólo credo,
pero al fin la verdad queda aclarada,
cuando enhebra lo malo con lo bueno.
El arco baladí de su mirada
que proyecta la flecha desde el ego,
equivoca la ruta hacia la diana,
sumando a lo infeliz el vano arresto.
Así como el amor alivia y sana,
el odio se deleita en su concepto
y esa pasión que es salva en la mirada,
por la alquimia, se torna en el veneno,
con que brinda lo sacro de mi alma,
y se emponzoña el ansia de mi cuerpo.
Frondoso es el jardín cuando se Tala
y espléndido, después del crudo invierno,
así como el amante en tanto engaña,
también da el sentimiento más cimero.
Así es la condición del alma humana,
jamás unida al cielo o al infierno,
el mundo es el jardín, donde la planta
enlaza su raíz al excremento
y en la putrefacción, surge lozana
a dispersar semillas en el viento.
KARIM
Juan Carlos Hidalgo Antigoni