INVOCACIÓN
A Bel
Padre Abraham, ten misericordia,
envía Lázaros con vagones de soles rubicundos,
tufo de casa vieja y un poco de vértigo en los ojos,
tan cerca, como dar de comer a los caballos.
Envía voces con démones blancos que aniquilen el
óxido
con la misma inocencia
que el ladrón colgado de la cruz gime y se retuerce.
Padre, si por tus ojos llueve sequedad,
lluvia de cascos a escarapelar el corazón,
envía el obituario en el veneno
aunque en tus dedos florezcan los antídotos.
Padre, escapa a la mediocridad.
Si tu crepusculario está lejos del canto universal
de la espada en la sierra abrasándonos los ojos
y hasta del ánimo de cantarle a la existencia,
fuera de del búnker de tus labios, envíanos
esa fobia que abre en ostracismos tu mano
geográfica y perfecta como tu propia ausencia.
María Eugenia Caseiro