MALDICIÓN
Me copia interminablemente
el retoño donde prolifero
hasta los retratos.
Si en el fondo
como esa medida en que corro
—sangre vieja—
no estuvieran
todas las mujeres
que me asaltan,
borraría la arcilla del linaje.
Pero abundo sin saber qué hacer
lluevo sinfín como costumbre
lanzada eternamente sobre los espejos.
María Eugenia Caseiro