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EL SONIDO IRACUNDO DE UN RETRATO

Siempre habrá un muchacho que en medio
Del llamado que los murciélagos hacen
A las yeguas, vuelva su rostro al nacimiento
De la alabanza. Pues la obsesión dice con voz regia
Lo que la soga del destino asfixia en el fulgor.
Y es de esta manera
Como entre los huesos rampantes del incendio
El Espectro de la víspera fue el más amado visitante:
«Como asustado muerto que recuerda ahora vivo
La mañana ha dormido en la vieja fragua
Y tiene el rostro quemado».
Éste es el día en que salgo a la ventana
Y veo las antiguas colinas, el río seco,
La soledad del pueblo, donde la sombra
Como albañil errante levanta su templo al sol .
Alguien trató, pero no supo, calmar
La sed del trópico. Alguien vino
Seguido por la noche
Y fue como la hierba
Que crece sosteniendo el peso de la piedra.
Alguien vino y recogió una colilla
Y fumó como tañendo
Su apremiante lujuria:
Y era inminente el árbol donde cuelgan
Las frutas del retiro, y era inminente
El pañuelo de las gavias y el silencio
Lunar de la ocarina.
(Cualquiera que viva enciende un fuego en la noche:
También hay casas que tienen un patio con dos pozos.

autógrafo

Juan Bañuelos


«Escribo en las paredes» (1965)

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