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A GUIDO Y SPANO

En el aniversario de su natalicio

No es tu verso el rugido de la plebe,
No es tu estrofa la risa del verdugo,
¡No le pediste al gran Leconte nieve
Ni fuego de volcán al Monte Hugo!

Tu inspiración es la armonía eterna
Que se traduce en el brillante ejemplo:
¡No bebes con Verlaine en la taberna,
Ni con Carducci ramas en el templo!

En tu lira de tules no se mofa
Byron, el ángel del amor perverso:
¡Un pétalo de lirio es cada estrofa,
Una gota de sol es cada verso!

¡Hombre y ángel, crepúsculo y aurora.
Pudiera ser tu inspiración divina:
Bálsamo en la sublime Pecadora.
Y plegaria de luz en Fornarina!

Tu alma es un globo que al subir se enciende:
Como a la alondra ideal de los amores,
La atrae el brillo que el lodo esplende.
¡Remonta el vuelo si no encuentra flores!

No tuvo, con Fray Luis dulce retiro,
Ni con Mirón oscuro calabozo:
¡La pulsó Lamartine con un suspiro,
Y Alfredo de Musset con un sollozo!

¡Acorde celestial de Cherubini,
Brota de ti la hermosa poesía,
Como brotan las quejas de Bellini
De una caja sublime de armonía!

Arcángel del amor, dejas un rastro
Que fue como el de Ossián: ritmo y aroma.
¡Eres un puente, entre la flor y el astro.
Formado con un ala de paloma!

Tiene tu musa, que soñando vuela,
El garbo cadencioso.de una zaida,
¡La espuma de los senos de Graciela
Y el vino de los ojos de Zoraida!

Tu brillante y hermosa fantasía
Fuera un bazar de telas en Bassora.
¡Un miraje en el cielo de Turquía,
Y en el alma de Rubens una aurora!

Alfredo de Vigni donarte quiso
La cuerda oscura de su enferma lira:
¡Eres una porción de paraíso
Bajo un triste horizonte de Palmira!

Ee tu altiva cabeza un Mongibelo
Cubierto con la nieve de la historia:
¡La cumbre helada en que descansa el cielo,
El templo alabastrino de la gloria!

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¡Al vate contemplad! Sin que le importe
El vil aplauso; a todo indiferente,
Es el pino que Heine pinta en el Norte
Soñando con la palma del Oriente!

El ideal es la mágica sibila
Que le habla al corazón y lo enamora,
Es el astro que enciende su pupila,
Y de su pluma hace brotar la aurora!

¡Llanto mezclado con ardiente vino,
Sollozo por Heredia cincelado,
Se viste con el oro de Aladino
Y sale por el mundo disfrazado!

Es, por su inspiración, el extranjero
Que ríe y llora en medio de la zambra:
¡Es un regio y alegre Trocadero
Enamorado de una triste Alhambra!

Llanto y risa a la vez; nuevo Proteo,
¿Qué incógnita sonámbula te inspira?
¡Me pareces la escala de Romeo
Que está soñando en el sauzal de Elvira!

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¡Canta, Poeta, tu postrer lamento;
En ti la eterna juventud se afirma,
La gloria ha de sellar tu testamento,
Y le pondrá la eternidad su firma!

¡Canta, Poeta; en medio de tu Otoño,
Cuando la noche invada tu horizonte,
Será tu canto el vívido retoño
Que perfumó las canas de Anacreonte!

Junto a la eternidad tienes más bríos
Para imponer silencio a los que cantan:
¡Los grandes hombres son como los ríos,
Llegan al oceano y se agigantan!

autógrafo

Julio Herrera y Reissig


«La vida y otros poemas» (1903)

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