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      CINCO

No podía durar eternamente la concordia, la tensión crecía como en resorte oprimido, como en caña arqueada; la identidad de cada animal, de cada planta, de cada pensamiento o acción se perfilaba.
La explosión liberadora fue la consecuencia natural, y cada elemento encontró su relativa posición: el cazador y la liebre, el punto, la coma y los paréntesis.
Rescoldo de volcanes, gris y pardo amanecía; duras las formas, desabridas.
Dio comienzo el orden de las cosas, gobernado por rígidos preceptos, cuando las pesadas rocas lograron diferenciarse del légamo.

Pedro Sevylla de Juana


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Amanecer de pan y de simiente