DE IDA Y VUELTA
Ayer,
mientras réplicas baratas nos aventábamos a las caritas
y nos envolvíamos en un abrazo cualquiera del nuevo concilio
y se nos atrevían las piernas a bailarnos un poco
en el viento crujiente de aquellos años tan caros
abriste ese metal necio de las palpitaciones
paralelo a tu boca odiosa
que sustrajo de tus abominaciones íntimas
unas eructadas palabritas roncas
unos susurros horrorosos hondos
que golpeaban en los ecos graves
de mis resquebrajaciones.
Me dijiste los consuelos tontos de las anhelaciones
donde sería la vida jugosa y coloreada más brillante
cada día
cada vía que camina la sonrisa
cada pía manos divinas.
Soltaste de tus ojos el suero vivo de tus sueños
y el espíritu de las navegaciones envistió aquí
en la hora de partir y diseminarte por América Latina
como una gota de las salpicaciones amantísimas.
Hijos de la terrestre caminata de Dios morderán de ti;
iluminadamente tú enseñarás algunos trucos de Dios.
Dios nos guardará de todo para que podamos saludarnos
otra vez
en algún vértice
donde sea será seguramente.
¿Cómo ha estado la amiga hermana de mi alma y mi causa?
te diré.
¡Bien, amigo hermano tan cercano
y flama encendida de mi hoguera!
me dirás.
Iván Francisco Sierra