Cantar de Mío Cid. Folio 56v
»ya pronto va a anochecer y me da mucho temor,
no nos coman estas fieras que andan por alrededor».
Ya volvían en su acuerdo doña Elvira y doña Sol,
abren los ojos y ven al bueno Félez Muñoz:
«Primas mías, tened ánimo, por amor del Creador.
En cuanto me echen de menos los infantes de Carrión
en seguida en busca mía saldrán en persecución
y aquí moriremos todos si no nos socorre Dios».
Entonces con mucho duelo empieza a hablar doña Sol:
«Todo os lo pagará Mío Cid Campeador,
dános ahora un poco de agua, por amor del Creador».
Entonces con el sombrero que lleva Félez Muñoz
—nuevo y recién estrenado de Valencia le sacó—
de la fuente coge agua y a sus primas se la dio:
muy lastimadas estaban y de beber las hartó.
Se alzan del suelo y se sientan, que él así se lo rogó.
Animos les iba dando, les alivia el corazón;
por fin las dos se esforzaron, en sus brazos las cogió
y en seguida a su caballo las sube Félez Muñoz;
con el manto que llevaba a sus dos primas cubrió,
al caballo por la rienda coge y de allí las sacó.
Por aquellos robledales que tan solitarios son
van los tres; cuando salieran ya se había puesto el sol.
A aguas del Duero llegaron, y entonces Félez Muñoz
en Torres de Doña Urraca a sus dos primas dejó,
y él solo hasta San Esteban de Gormaz continuó:
A Diego Téllez, vasallo de Álvar Fáñez se encontró,
Anónimo, copista Per Abbat
Versificación moderna de Pedro Salinas