A estas alturas del vivir, en este
A estas alturas, nadie ni yo mismo siquiera
A veces me pregunto qué habría sido de mí
A veces me tropiezo con tu sonido. Escucho
A veces recuerdo la tibieza de aquellos días
Abrí el balcón y vi la maravilla
Abrir un libro y encontrar allí
Abro el balcón, y miro. En los balcones
Ahora quiero volver a aquella plaza silenciosa y vacía
Ahora ves claramente que ya no te interesan
Ahora, juntos, vivimos la hermosura
Al mirlo hay que observarlo y entenderlo
Aquel brillo asustado de tus ojos, cuando la tarde
Aquel cuarto que tuve yo en la vida
Aquellos días febriles y desproporcionados
Aquellos episodios de la Historia Sagrada
BAJO EL SOL DE LA TARDE (Con Ramón Gaya)
Balada de este día de noviembre
Camina la muchacha por la arena
CANCIÓN DE LA MUCHACHA PENSATIVA
Casi sin ver la realidad del día
Como alguien que después de un vasto tiempo de oscuridad
Cómo no estar conforme precisamente ahora
Cómo se desdibujan con los años
Con el tiempo los cuerpos se acostumbran
CON UN GRAN TRECHO DEL CAMINO ANDADO
Cuando el azar o la costumbre, dentro de muchos años
Cuando el dolor te venza y te derrumbe y des
Cuando pienso que pude hacer mejor las cosas
Cuando yo era pequeño, en mi ciudad
Cuánta pureza en esta luz que hoy
Cuánto lamento ahora y ya qué tarde
Debo decir que cuando yo era niño
Dejadme a solas una noche entera
Dejadme aquí, sumido en la penumbra
Dentro de un sueño acaso, y hace ya mucho tiempo
Desde la tierra al aire y desde el agua al fuego
Despertarse un buen día y descubrir
Después de dieciocho largos años
Después de tantos años, vuelvo a verte
Detened, caminantes, vuestros pasos
Detente aquí. No agregues más palabras
Durante muchos años fui dichoso
Durante todo el día fueron prisioneros
El comedor de casa de mis padres
El invierno está en mí. Ya no lo evito
El más seguro bien que yo poseo
El mirlo, sin saberlo, es gratitud
El pozo aquel de todos los veranos
En cuántas ocasiones te has dicho que la vida
En el atardecer, después de la lluvia
En el tren que una tarde de mayo me llevó
En este cuerpo mío que envejece
En la suma de días indistintos
En mitad de la noche me desperté. Y había
Entra la luz hoy en el cuarto como
Eran tan sólo cuerpos asustados
Eres la realidad que no busqué esta tarde
Es ahora el momento de volver al principio
Es cierto que he vivido en los últimos años
Es esta apresurada, entrecortada
Es preciso que todo en apariencia acabe
Es tanta la belleza de la vida
Esa ciudad del sur donde tú cantas
Esta extraña pendiente por la que voy bajando
Esta mañana de oro, ¿con qué dolor se paga?
Esta tarde de mayo es una tarde
Estar allí otra vez, en la mañana
Este silencio, en esta casa sola
Extraña conjunción, pueblo de ríos
Ha llegado el verano y como siempre
Ha salido, tal vez, de su casa hace un rato
Haber tenido un bien como el que tuve
Haber vivido en este mundo hermoso
Hace años —recuerdo—, de improviso
Hace viento esta tarde, un viento frío, del norte
Hay cosas que la vida te da cuando ya apenas
Hay después del poema un gran silencio
Hay un ir y venir de los recuerdos
He escuchado en la radio, por azar, hace un rato
He salido hace un rato a pasear
Hojeo el periódico y contemplo
Iba yo por el campo. Era una tarde
La alegría, ¿qué dice, qué persigue?
La ciudad los ungió con las luces del alba
LA ESPERA (Homenaje a Ramón Gaya)
La luz de la tarde iba pasando
La luz los separaba. No podían
La moneda, en el aire, gira y gira
La muerte forma parte del enigma
La pluma se detiene al fin de tus palabras
La vida nos enseña muchas cosas
La vida pone a prueba constantemente el barro
Las palabras de amor que pronunciaron
LILAS BLANCAS EN UN JARDÍN NOCTURNO
Llegué cuando acababa de morir
Lo que mis ojos ven y lo que sueño
Lugares clausurados por el tiempo
Luna llena que vas serenamente
Me acuerdo de haber visto en la estación
Me entrego sin tristeza a ese rumor amargo
Me instalo frente a ti, miro tus ojos
Me ocurre a veces elosan211014.htm
Mejor tal vez sería no recordar de nuevo
Menos mal que de golpe lo imprevisto
Miradlo: ¿veis su rostro fatigado
Mirar no es sólo asunto de los ojos
Miro mis manos. Veo cómo cierran
Mis días sólo han sido servidumbre
Muchas veces morí por no tener
Nadie nos escuchó, nadie lo supo
Nadie podrá quitarme elosan189013it.htm
No habrá ocasión ninguna de morir
No ignores que en los sitios más hermosos
No me cabe en el cuerpo la alegría
No sé cuándo será. Quizá una tarde
No se puede prever. Sucede siempre
Oigo la misma música que entonces
Olor de aquellos años de mi infancia
Para empezar el día, anoto aquí
Para escuchar el canto del jilguero
Para vosotros, que vendréis al mundo
Pondré aquí de esta tarde de verano
Por mucho que parezca que nos habla
PORQUE NADA TERMINA (Ramón Gaya)
Puede ser que te digas: «El verano que viene
Qué ciego estuve, habiendo como hay
Qué extraña la belleza. Cuántas veces
Qué fue de aquel muchacho que yo fui
Qué haces, Eloy, en esta calle de otro mundo
Que haya adquirido la costumbre el alba
Que no termine mayo sin que yo me haya dicho
Que otros canten las armas y a los héroes
Qué piedad en los sueños. Esta noche
Saber que estás ahí, mientras trabajo
Se acerca a la ventana, y a través del cristal sus ojos siguen
Si aquel amor no hubiera sucedido
Si te quedas mirando largamente
Siempre te he visto así, con esa firme
Siendo tan sólo lo que soy, un hombre
Sólo has vivido de verdad si tuvo
Sólo la muerte dice con franqueza
Sólo las palabras tienes, y con ellas
Solo unos meses faltan para que al fin la muerte
SONATA PARA PIANO Y VIOLONCHELO
Sucede la hermosura en cualquier parte
Supón que aún es agosto y que no estás tan lejos
Te equivocas, sin duda. Alguna vez alcanzan
Te he esperado esta tarde como nunca he esperado
Te miro ir y venir por estos versos
Te reías de mí porque te aseguraba
Ten dispuesto el papel, y que la pluma
Todo lo que he vivido ocurre hoy
Toqué entonces el mundo: lo hice mío, fue mío
Tu voz me llega ahora solo como una voz
Una niña —qué lejos— me sonríe
UNAS POCAS PALABRAS VERDADERAS
Une entre sí la luz todas las cosas
Y ahora cállate. No dejes que a tus labios
Ya no sé cuándo, pero una vez dijiste